PRUEBA: Land Rover 109 Super Turbo
FAMILIAR, PELEÓN Y AVENTURERO
Virtudes
| PUNTUACION: 1-> malo; 2-> regular 3-> normal 4-> bueno 5-> excelente |
El Land Rover se ha ganado a través de los años la fama de ser el vehículo todo-terreno por excelencia. En la actualidad, esta parcela del mercado, que estaba casi exclusivamente dirigida al sector industrial, se ha abierto ante la demanda de particulares que quieren un vehículo todo-terreno para sus ratos de ocio o por diversas necesidades.
Para responder a las exigencias de este nuevo público, los técnicos de Santanta, fabricantes del Land Rover bajo licencia, han introducido en sus vehículos una serie de mejoras con el afán de acercarlos más a un turismo convencional, pero sin perder un ápice de su facilidad para salvar obstáculos.
El modelo que traemos esta semana a nuestro banco de pruebas es el 109 Super Turbo, que es el más equipado de la gama 109 con motor de cuatro cilindros.
En este vehículo, las mejoras no se han limitado simplemente a la estética, sino que han tocado partes vitales en la mecánica, que han permitido poner al día un diseño con muchos años a sus espaldas.
No obstante, en algunos puntos hay fallos que delatan dicha antigüedad.
Por sus medidas externas y por su gran capacidad interior, este vehículo se puede inscribir como un familiar de gran capacidad, en el que se pueden acomodar hasta nueve pasajeros o bien transportar gran cantidad de equipaje, aunque con un nivel de confort más próximo al de un vehículo industrial que al de un turismo.
El Land Rover ha sido sometido a prueba durante casi 2.000 kilómetros, durante los cuales se le ha dado la utilización que de él haría un conductor que se tenga que desplazar por ciudad entre semana y que utiliza el coche para salir con la familia a disfrutar de la naturaleza los fines de semana y las vacaciones.
Durante la prueba, el Land Rover recorrió 300 kilómetros por campo sin dar un solo problema.
MOTOR 3
El Land Rover 109 Super Turbo monta un motor diesel de cuatro cilindros y 2.286 centímetros cúbicos de cilindrada.
Este motor, cuya fiabilidad queda fuera de toda duda, había quedado totalmente desfasado en cuanto a rendimiento, por lo que en esta versión se le ha dotado de un turbocompresor que sube la potencia de 61 a 75 caballos, con lo cual, el vehículo ha ganado en vivacidad de respuesta sobre todo a altas revoluciones, que es cuando el turbocompresor trabaja a pleno rendimiento.
Cuando se le exige el máximo al motor, sin embargo, la temperatura del aceite sube peligrosamente, lo que obliga a bajar el régimen de marcha para que la situación vuelva a la normalidad. El punto débil de este motor es el consumo. La necesidad de mantener un alto régimen de revoluciones para sacar el máximo rendimiento hace que alcance cotas muy elevadas, superando el consumo medio los 14 litros y llegándose a los 21 en utilización todo-terreno. Este Land Rover dispone de dos depósitos independientes y sería deseable que, al utilizar el uno o el otro –lo que se hace a través de una palanca bajo el asiento delantero derecho-, automáticamente, el nivel de gasolina del salpicadero pasara a marcar la capacidad del depósito que se está utilizando. Actualmente, una vez abierto uno u otro depósito, hay que conectar el nivel del salpicadero con otro interruptor independiente de la palanca de paso. Si se olvida hacer esta última operación, podemos llevarnos una desagradable sorpresa al quedarnos sin gasoil.
DIRECCION 2
La gran desmultiplicación y el exagerado diámetro de giro hacen que éste sea el punto más negativo de la mecánica del Land Rover. En el tráfico urbano la poca capacidad de giro, unido a las dimensiones del vehículo, hacen que la conducción sea un suplicio, hasta el punto que en algunas esquinas un poco angostas hay que hacer maniobra. En este modelo la dirección es asistida y el volante se mueve con gran facilidad, incluso a coche parado, por lo que estos defectos quedan algo atenuados. Sin embargo, en carretera, a buena velocidad, es algo imprecisa.
CARROCERIA 3
Los ligeros retoques estéticos no han alterado las líneas del Land Rover, que a lo largo de su larga historia se han ido redondeando. En esta versión el aspecto es el mismo, aunque con un aire más actual. Al ser un vehículo concebido originalmente para uso industrial, las superficies acristaladas son algo reducidas y existen grandes ángulos muertos, sobre todo hacia la parte posterior.
La rueda de repuesto va colocada por fuera en la puerta trasera, realzando el carácter de todo-terreno del coche. Las tiras laterales con la mención Turbo le dan un aire deportivo muy de moda. Los paragolpes son resistentes y protegen bien la carrocería, también hacen las veces de estribo para acceder a la parte posterior o al vano motor del vehículo. El ángulo de apertura de todas las puertas es más que suficiente para permitir el acceso a los ocupantes.
HABITABILIDAD 3
La habitabilidad del 109 corresponde casi a la de un microbús. En él se pueden acomodar hasta nueve personas, distribuidas dos delante, tres en medio y cuatro en los transportines de atrás. Esta disposición es óptima en cuanto a aprovechar al máximo la capacidad de transporte de personas, aunque la disposición de los transportines traseros en sentido longitudinal al eje del coche resulta poco práctica. Son cómodos, pero sus ocupantes se ven obligados a ir con el cuello torcido para mirar en dirección a la marcha, porque de lo contrario el mareo está asegurado. Aunque se hubiese perdido alguna plaza, nos parece más razonable haberlos dispuesto en su posición lógica, mirando hacia delante. Para llevar equipaje hay que plegar alguno de los transportines, con la consiguiente disminución de plazas. La máxima capacidad de carga se consigue plegando los cuatro asientos traseros y abatiendo el asiento intermedio. Este último tiene la posibilidad de abatirse total o parcialmente, con lo que las combinaciones de pasajeros y carga aumentan.
A pesar de la considerable altura del vehículo, se accede perfectamente a todas las plazas, incluso a las cuatro, traseras por el portón.
PUESTO DE CONDUCCION 1
El conductor es, sin duda alguna, la persona peor acomodada en el Land Rover. Los pedales quedan totalmente desplazados a la izquierda, forzando una postura totalmente antinatural.
El asiento es cómodo, pero todas sus virtudes quedan ocultas al tener limitadas sus posibilidades de regulación por una barra que sirve de asidero para los ocupantes del asiento trasero.
Para cualquier conductor medianamente alto (1,75 metros) es prácticamente imposible encontrar una postura cómoda.
El cuadro de mandos es muy simple y de diseño anticuado, se echa en falta un cuentakilómetros parcial.
El mando de las luces, intermitentes y bocina quedan bien al alcance de la mano, no así el de los limpiaparabrisas, que está en una tecla a un lado del cuadro. El volante es de tacto agradable y de un diámetro y grosor adecuados.
La visibilidad hacia delante es buena, tanto de día como de noche. Por el contrario, hacia atrás es insuficiente, por lo que se hace totalmente necesario instalar un retrovisor exterior en el lado derecho para cubrir la deficiencia.
EQUIPAMIENTO 2
Aunque se ha mejorado bastante con respecto a los modelos más baratos, el equipo resulta pobre, hasta el punto de que ni siquiera lleva cinturón de seguridad. Aunque en este vehículo no sea obligatorio, consideramos que es un elemento básico de seguridad y particularmente en los todo-terreno, en los que es necesario estar firmemente sujeto al asiento para efectuar recorridos campestres.
La calefacción dista mucho de ser suficiente para las dimensiones del coche. Los ocupantes de los asientos delanteros tienen varias salidas de aire, tanto a los pies como al cuerpo, pero el resto de los ocupantes del vehículo quedan desamparados ante el frío. La capacidad para desempañar el parabrisas es nula, por lo que hay que llevar permanentemente a mano una gamuza.
El conjunto interior resulta austero, pero en su defensa hay que decir que está pensado para durar. Los asientos tienen banda central de material transpirable y los lados de material plástico que resulta un poco caluroso. Otro fallo es la ausencia de asideros para el acompañante y los ocupantes de los transportines traseros, por lo que quedan a merced de las irregularidades del terreno.
ACABADO 2
En este aspecto hay que matizar dos vertientes: la estética y la práctica. Estéticamente, el acabado deja bastante que desear. Las soldaduras son perfectamente visibles, los remaches aparecen en grandes superficies de la carrocería junto a muchos más detalles de este tipo que denotan una fabricación casi artesanal.
Por otra parte, hay que decir que los materiales empleados son de primera calidad y los distintos mecanismos están pensados para aguantar el más duro trato, aunque en algunos casos resultan curos y poco prácticos. Por ejemplo, las manillas de las puertas son las cásicas de todos los Land Rover y, aunque no se rompen nunca, son incómodas de usar y resultan anticuadas.
CONFORT 2
El Land Rover no puede ocultar su procedencia del sector industrial. Es un vehículo ruidoso y bastante incómodo. Los trabajos de insonorización no han sido suficientes y las cotas de ruido alcanzadas son realmente elevadas en cuanto se pasa de cierto régimen del motor, hasta tal punto que cuando se rueda a 100 kilómetros por hora, para mantener una conversación es necesario hacerlo a voces.
La suspensión cumple bastante bien su cometido, a pesar de la dureza que caracteriza a todos los todo-terreno. En este aspecto, este modelo se ve favorecido por la mayor distancia entre ejes y la adopción de nuevas ballestas, más suaves.
VALOR/PRECIO 3
Al comprar un Land Rover se está comprando un producto de calidad, cuya robustez y fiabilidad está fuera de dudas, pero que tiene fallos de acabado y equipamiento, inadmisibles en un producto que cuesta más de un millón y medio de pesetas.
El consumo es elevado, pero la posibilidad de transportar hasta nueve pasajeros y lo barato del gas-oil hacen de este coche un vehículo rentable para una familia numerosa que, por necesidad o simplemente por sus aficiones, necesite un todo-terreno con gran capacidad.
Fuente: Motor 16
Texto: Víctor Piccione