PRUEBA: Ford Fiesta 1300S
VIRTUDES
DEFECTOS
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Mucho se ha hablado ya sobre el Ford Fiesta y su acertada estética, su gran superficie acristalada y su excelente acabado. Es casi imposible añadir algo más al respecto. El mejor elogio que se puede hacer del Ford es que «entra por los ojos». Desde el primer momento su silueta se hace familiar, agradable a la vista, dando una imagen de excelente acabado y de confort, no en vano ya se adivina una inusual amplitud para un vehículo de su categoría.
La versión ensayada es la «S», precisamente en una unidad que incorporaba ciertas opciones: El techo practicable o las llantas de aluminio, por ejemplo. Precisamente la versión ensayada, que tiene una «vocación deportiva» en su decoración, con su franja lateral negra y su vistoso anagrama «S 1300», o sus parachoques negros. Precisamente las llantas, muy lujosas si se quiere, no contribuyen demasiado -a nuestro juicio- a darle ese aspecto deportivo, mucho más logrado con las llantas de chapa, sin olvidarnos del importante sobreprecio que dicha opción implica.
En cuanto al techo practicable, que admite dos posibilidades de obertura (parcial o total) la estanqueidad del mismo, teniendo en cuenta que no es corredero, sino que se puede sacar para guardarlo en el maletero, en una bolsa adecuada para ello, es buena... o a1 menos aguantó perfectamente la prueba del túnel de lavado.
El coche lleva asimismo los limpiacristales delanteros en negro mate, así como un limpia para la luneta trasera, complementado por el clásico cristal térmico antivaho. El coche viene asimismo equipado para adoptar lavafaros, con el sistema de lavado (el clásico chorrito de agua) incorporado en los topes del paragolpes.
El coche montaba asimismo dos retrovisores exteriores, con la particularidad de que el izquierdo, el del conductor, es regulable desde el interior, detalle éste que siempre es de agradecer.
HABITABILIDAD
La gran anchura del Fiesta da una imagen de amplitud, de todo punto real en los asientos delanteros. Es más, la gran superficie acristalada y las amplias puertas, que permiten un excelente acceso, contribuyen a dar esa imagen de amplitud. No ocurre lo mismo con las plazas traseras, sobre todo si los asientos delanteros están ligeramente retrasados, siendo un tanto escaso el espacio para las piernas de los pasajeros.
De todas formas los asientos delanteros son muy cómodos y bastante envolventes, tapizados de forma muy vistosa y en un género que parece ser bastante «fresco». Dichos asientos delanteros son regulables en longitud y en inclinación del respaldo, aunque éste sólo disponga de cinco posiciones. También es lástima que tan sólo se abata el respaldo para dar acceso a las plazas posteriores. Los asientos delanteros van asimismo equipados con un reposacabezas (opcional), no muy bien logrado desde el punto de vista funcional.
El coche ensayado iba equipado con cinturones retráctiles automáticamente tanto en las plazas delanteras como en las traseras. Precisamente la posición central de este asiento, por las dificultades que entrañarla un cinturón de tres puntos, debe contentarse con una banda abdominal.
POSICIÓN DE CONDUCCIÓN
En el Fiesta se puede lograr una posición de conducción francamente satisfactoria, con todos los mandos perfectamente al alcance del conductor -otra causa es la distribución de los mismos-. Nada que decir sobre la buena posición del volante o la palanca de cambios; pero no ocurre lo mismo con el pedalier. El pedal del acelerador es un tanto reducido, lo cual combinado con la gran carrera del pedal de freno hace difícil la realización del punta-tacón, llegando a forzar un tanto la del conductor.
VISIBILIDAD
Debido a la gran superficie acristalada, la visibilidad es excelente en todas direcciones, incluso en las más difíciles maniobras. Por si ello fuera poco, el retrovisor exterior del lado del conductor, contribuye poderosamente a tener un rápido control de nuestra posición. En condiciones difíciles, lluvia por ejemplo, los generosos limpiacristales cumplen excelentemente con su función. Así, los delanteros (los limpiaparabrisas), tienen tres posiciones de marcha (intermitente, lenta y rápida), lo cual es de agradecer y muy útil.
No podemos decir lo mismo en cuanto a la iluminación. Los faros, de dimensiones un tanto reducidas, no son los más adecuados para una «conducción deportiva».
TABLIER, MANDOS E INSTRUMENTACIÓN
El tablier del Fiesta es fiel reflejo de la amplitud del vehículo, presentando numerosos espacios portaobjetos, complementados por una guantera bastante amplia y dos bolsas laterales. De sobras conocido por los lectores, no es necesario profundizar más en él.
Los mandos tampoco han cambiado, manteniendo su complicación en cuanto al control de los grupos ópticos, que depende de dos palancas, una a cada lado del volante. Quizá sea, primordialmente, una cuestión de hábito. Tampoco ha variado la instrumentación, bastante completa. Quizá se hubiera podido incorporar un reloj de presión de aceite; de todas formas, lo único que echamos realmente a faltar es una luz testigo de la reserva de combustible.
CLIMATIZACIÓN
La climatización del Fiesta es, ante todo, eficaz. Las dos entradas orientables de aire fresco son realmente eficaces y la calefacción dispone de una potencia suficiente con el apoyo de un ventilador de dos posiciones. Los mandos de esta calefacción son perfectamente accesibles al piloto y pasajero, siendo además de fácil regulación.
PORTAEQUIPAJES
Como coche de «dos volúmenes», el Fiesta tiene amplias posibilidades para alojar la carga más diversa. El maletero está separado del habitáculo por una amplia bandeja, que puede ser suprimida. De todas formas este maletero no es demasiado amplio, aunque viene completado por unos pequeños espacios portaobjetos tras el piso del mismo, el mayor habilitado para la rueda de recambio.
Los asientos traseros son fácilmente abatibles dejando disponible un amplio espacio, superior a los 1.250 dm3 Ello unido a la amplitud del portón trasero que facilita la carga, hace que el espacio sea completamente aprovechable.
COMPORTAMIENTO EN CARRETERA
«La mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino además parecerlo.» Esta máxima, todavía de actualidad, conviene perfectamente al Ford Fiesta, que en el apartado de comportamiento sigue arrastrando los mismos vicios y defectos apuntados en sus hermanos menores, especialmente en lo que se refiere a estabilidad y dirección.
Evidentemente éstos se ven agravados por la notable diferencia de prestaciones existentes. El modelo 1.300 dispone ya de una capacidad de aceleración, de una velocidad punta y de unas posibilidades realmente buenas. Pero, sin embargo, tal como sale de origen no puede aprovecharse para la conducción deportiva. Quizás todo ello sea culpa de una suspensión «a la americana»; es decir, muy blanda, lo que hace que la carrocería tome importantes ángulos de inclinación o incluso grandes oscilaciones en terrenos medianamente bacheados.
Así, aunque la suspensión ha sido endurecida con respecto a los modelos originales e incluso se ha adoptado una barra estabilizadora trasera de bastante grosor (14 mm. de diámetro), el comportamiento del coche es un tanto particular, no invitando a la confianza por parte del conductor. Ello no quiere significar que el coche no se comporte bien, ni que su estabilidad sea precaria. No, ni mucho menos. El coche se comporta bien, pero en los virajes cerrados, en las curvas encadenadas tomadas a buena velocidad y marcha "larga" sus reacciones sorprenden un tanto al conductor, impidiéndole sacar todo el partido posible al vehículo. También en las curvas largas, tomadas al límite de apoyo, pierde estabilidad, por flotación del tren delantero.
Evidentemente la tendencia del Ford es a "irse de morro", claramente subvirador, aunque perfectamente controlable con el gas. El eje trasero, por el contrario, parece aguantarse mejor que el delantero; incluso muchas veces -especialmente si el piso no es muy bueno- se vuelve muy brusco de reacciones. Esta violencia no es en ningún momento peligrosa, pero si muy desagradable. Sobre pisos en mal estado, la estabilidad disminuye notablemente y, por otra parte, el coche es además muy sensible al viento lateral.
DIRECCIÓN
La dirección es suave y aunque no demasiado desmultiplicada (18,62:1), lo cierto es que hay que "batallar" bastante con el volante. Sin embargo, acusa mucho los esfuerzos de la suspensión, pasando con facilidad de la desagradable sensación de que "flota" a comportarse un tanto dura y brusca. De todas formas, generalmente la dirección es bastante precisa, habiendo mejorado notablemente respecto a los modelos originales, posiblemente gracias a los neumáticos de 155 en lugar de los 145 de las versiones menos potentes.
FRENOS
La primera impresión que sacamos de los frenos fue bastante "emocionante". El recorrido del pedal -el recorrido útil- es muy corto... pero justo en el fondo de la carrera del pedal ¿simplemente un problema de regulación?); de esta forma una importante fase de la carrera del mismo actúa únicamente sobre las luces "stop", con gran susto del conductor. Sin embargo, gracias al servofreno que monta de origen, la frenada es efectiva, pudiendo llegarse al bloqueo de las ruedas si se efectúa con la suficiente decisión. De todas maneras, siempre hay que actuar decididamente sobre el pedal, apretando, aunque no sea necesario efectuar mucha fuerza, hasta el fondo para obtener un efecto apreciable.
Hecha esta salvedad, el Fiesta se comporta bien, aunque en caliente la pérdida de eficacia, sin ser alarmante, es considerable. A nuestro parecer, están en el límite de sus posibilidades, quizás algo justos para los amantes de la conducción deportiva.
PRESTACIONES
Aunque las prestaciones han sido notablemente incrementadas, los anunciados 66 CV no acaban de aparecer, quizá simplemente por un problema de puesta a punto. Pero quizás el problema venga por una transmisión excesivamente larga.
Decimos esto porque en condiciones normales nos fue imposible alcanzar la barrera de los 150 km/h. como velocidad máxima, en tanto que la marca anuncia 158 km/h. Tan sólo en unas condiciones muy favorables -bajada y lanzado durante 3 km.- pudimos superar ampliamente esta cota, llegando a los 162 km/h. Con todo el Fiesta es capaz de mantener fácilmente una media elevada, siendo normal el mantener una velocidad de crucero del orden de los 120-130 km/h., sin que por ello se fatigue excesivamente el motor. Las aceleraciones demuestran que el motor posee una buena dosis de potencia y buenos bajos, siendo francamente brillante.
En todo momento el motor sorprende por su elasticidad de marcha, aunque a determinado régimen (entre 3.000 y 3.500 rpm.) acuse un cierto vacío en la carburación; ese efecto tan típico de "andar a saltos".
De todas formas acusa pesadamente cualquier pequeña cuesta, que es necesario abordar con el coche lanzado. El motor tampoco acepta el subir rápidamente de régimen. Estamos pues ante un motor descansado, de los que no gustan de ser exprimidos hasta sus últimas posibilidades; agradable en ciudad y autopista, suficiente en carretera, pero sin esa garra que buscan los amantes de la conducción deportiva.
CONSUMO
A velocidad mantenida, el Fiesta 1300 se muestra parco en el consumo hasta los 110 Km/h., con cifras siempre inferiores a los 7 litros, para subir rápidamente a velocidades superiores.
Sin embargo, por carretera e intentando mantener un promedio elevado -sobre los 100 Km/h.- si el terreno es virado, el consumo es bastante importante, del orden de los 8'8-9 litros. Naturalmente que en conducción deportiva la cifra aún aumenta, siendo fácil el rebasar la barrera de los 10 litros por 100 Km/h. En ciudad, si se tiene mucho cuidado, es posible gastar relativamente poco -unos 8 litros- pero a poco que uno quiera imponer las características de su 1300 a los restantes usuarios se llegará a importantes cifras de consumo.
TRANSMISIÓN
Hemos dejado para el último lugar la transmisión, muy larga como hemos dicho, incluso con la 4.ª ligeramente sobremultiplicada, factores éstos que perjudican la obtención de brillantes prestaciones.
La caja de cambios es excelente, bien estudiada, dócil, precisa; quizá el único "pero" pueda referirse a la inserción de la marcha atrás... pero ello sería hilar muy fino.
No ocurre lo mismo con el embrague, tan brusco y poco progresivo como es tristemente habitual aunque algunos Fiesta extranjeros no acusen tanto el problema, por lo que pensamos que pueda tratarse de la calidad del disco fabricado en nuestro país. De esta forma, también con un recorrido efectivo cortísimo, la maniobra de variar la relación no pueda ser todo lo rápida que la caja de cambios permitiría, a no ser que la conducción se transforme en harto brusca, recurriendo al siempre espectacular, poco efectivo y nefasto para la mecánica, patinar de las ruedas motrices.
MECÁNICAMENTE
El Fiesta es de sobras conocido. En realidad este Fiesta 1300 S es idéntico a los restantes modelos, con la salvedad del motor, de la relación final de transmisión. de la adopción del servofreno como equipo de serie y de un endurecimiento de la suspensión, amén de la barra estabilizadora de 14 mm. de diámetro. el modelo no ha sufrido más retoques.
El motor, derivado del famoso Kent que equipa el Escort 1300 es nuevo en el Fiesta siendo importado en nuestro país donde no se fabrica. El bloque y la culata han sido construidos en fundición, por lo que no es demasiado de extrañar el que se pueda producir el autoencendido cuando la temperatura del mismo es alta. Dispone de un palier de cinco apoyos y va alimentado por un carburador de doble cuerpo y con una relación de comprensión ya elevada: 9'2:1.
Por lo demás -suspensión McPherson y frenos de disco delante; eje rígido y frenos de tambor traseros- todo en los elementos mecánicos, como hemos dicho, son idénticos con los otros modelos.
CONCLUSIÓN
El motor 1300 ha aportado al Fiesta unos caballos que le faltaban, pero el coche sigue acusando unos vicios básicos, algunos de los cuales no han sido corregidos. Lo que sí se ha logrado, es que al menos no hayan sido aumentados por el incremento de prestaciones.
De todas formas estamos ante un coche amplio, elegante, cómodo, que satisfará a una gran mayoría, la cual no llegará a sacarle todo el partido posible... pero que, tal como viene de fábrica, decepcionará un tanto a los amantes de la conducción deportiva porque el coche no está pensado para ello, por mucho motor 1300 o mucha "versión S".
Fuente: MOTORAUTO Nº24, 23 de Marzo de 1978.