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PRUEBA: Citroën C-8

Publicado en por tiempodeclasicos

 

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VIRTUDES

  • Excelente suspensión.
  • Pequeño consumo.
  • Robustez del conjunto.
  • Frenos de disco delanteros.

DEFECTOS

  • Dirección dura.
  • Precio poco competitivo.
  • 1ª no sincronizada.
  • Reducido espacio trasero.

Ante la solera del modelo Dynam y adaptándose a las actuales circunstancias, Citroën retocó el anterior modelo, presentándonos el C-8. Carrocería, frenos, suspensión y muchos y bien estudiados detalles internos han sido mejorados; el resultado ha sido un coche que, aunque con una gran competencia dentro de su categoría, la del precio, naturalmente, se enfrenta con los Mini 850 y 1.000, los Seat 850, Especial y cuatro puertas, y los R-8 y Simca 1.000. El futuro está difícil; sin embargo, el C-8 se presenta con buenos triunfos en la mano para los que no sólo miran la velocidad máxima y el aspecto exterior. En primer lugar sus 602 c.c. le sitúan en un lugar privilegiado frente al tan temido fisco, en segundo lugar su robustez es a toda prueba y por si fuera poco, aparte de su excelente suspensión, que en un medio rural sólo tiene competencia con los Renault 4 y 6, su consumo es un desafío a la competencia -y un papel lleno de datos para aquel que a la hora de adquirir un nuevo vehículo calcula lo que en él va a tener que gastar sobre una utilización diaria de 4 viajes casa-oficina-trabajo-casa -, y que a fuerza de hacerlo diariamente le ha sacado el costo exacto al céntimo por viaje. Dicho esto, el C-8 se presenta en la batalla, que creo intentará reñir en el campo más favorable para él: el medio rural y el de coche de reparto con posibilidad de poder llevar algún que otro "paquete" más grande de lo ordinario, para lo cual abatiremos el asiento trasero. Dicho esto miremos el coche.

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 INSPECCIÓN A COCHE PARADO

Si bien últimamente se ha dado por llamar 5 plazas a todos los coches que tienen un asiento corrido detrás, y que conste que Citroën no presume de 5 plazas, el C-8 es un 4 plazas, de las cuales, 2, las de atrás, van con las piernas bastante apretadas, y el conductor, si es bajito, mejor, puesto que las guías del C-8 no permiten estirar, mucho, hacia atrás, el asiento del volante, siendo también muy deseado por los pasajeros de atrás, unas agarraderas laterales para las curvas. En cuanto a la estética, sobre la base del Dynam, se ha conseguido una luna trasera descendente de gran efecto y que le da al coche una vistosidad que hasta ahora estaba exento. En el nuevo frontal merecen destacar los dos grandes y bonitos faros, que lucen más que suficientemente; la calandra está hecha sin otro fin que el que refrigere un poco al motor por delante; por lo tanto no se ha buscado la estética y al no buscarse no se la ha hallado, y por tanto ésta es fea, no así los pilotos delanteros, muy funcionales. Los mecanismos de abertura de las puertas y de los cristales se han conseguido sencillas soluciones muy ingeniosas algunas y no por eso menos prácticas.

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RENDIMIENTO

El motor del C-8 es el del Dynam, y con sus dos cilindros opuestos y refrigerados por aire que, a pesar de sus 602 c.c., dan alrededor, en este punto las fuentes de información son un tanto divergentes, de 28 a 30 CV DIN. El coche no por ello tiene una falta manifiesta de potencia, sino que se presenta como un coche muy andarín y con un gran historial en lo que a la robustez de su conjunto, chasis-motor, se refiere. El motor, al ser pequeño, trabaja muy revolucionado y por ello el conductor tiene que acelerar un poco antes de quitar el pie del embrague en las arrancadas, para subir de vueltas el motor, que no se muestra muy elástico. En cuanto a la carrocería hubiera sido muy de desear el que la luna trasera fuese abatible, pues el coche, aun pareciendo un "Break", no tiene un acceso por detrás que le permita, una vez abatidos los asientos traseros, transformarse en una furgoneta de carga. En sí motor pequeño, robusto y brillante dentro de sus características.

VELOCIDADES

El motor del C-8 es el clásico de 602 c.c., y por lo tanto no podemos pedirle "peras al olmo". El coche en las cuestas pronunciadas pide y hasta exige, según la carga a que esté sometido, la 2ª velocidad. En llano, el coche y tras su lanzamiento inicial, tiene un buen andar, que se puede situar entre 95 y 100 Km./hora, sin que influya en esta velocidad de crucero la carga que lleve, siempre que ésta sea normal (4 personas y un equipaje racional), y el terreno sea llano. Pasando de esta velocidad de crucero, toda performance realizada, estará directamente relacionada al peso que el coche tenga que soportar; de todas formas, aun con un solo pasajero a bordo, el C-8, a pesar de su cuentakilómetros un tanto optimista, no pasa en Km. de los 120 por hora, aunque en alguna ocasión hayamos podido leer hasta 135 Km. en el tablero.

La velocidad de crucero de 95 kilómetros por hora es muy interesante, puesto que es el límite entre que trabaje el 2º cuerpo del carburador, con el consiguiente gasto de carburante y el desgaste del motor que se crea al llevar el coche durante muy largo trayecto con los dos cuerpos del carburador trabajando, o sea con el pedal a fondo. En cuanto al velocímetros del tablero, repetimos que a partir de 50 Km/hora (zona en la que se pone la aguja nada más comenzar a andar), "miente" en un 12 %, aproximadamente.

ESTABILIDAD

La estabilidad de este modelo es otra de sus cualidades más marcadas; la tracción delantera, lo bajo de su centro de gravedad y la nueva barra estabilizadora resultan un conjunto muy agradable, tanto en ciudad como en carretera. De estos tres elementos resalta la barra estabilizadora delantera, que ha anulado en parte el grandísimo balanceo, tan característico en los precedentes modelos de Citroën y que a baja velocidad, aun en curvas de 90º, la barra llega hasta anular; sin embargo, a altas velocidades y sobre todo en curvas y contracurvas seguidas, vuelve a aparecer el aparatoso balanceo del antiguo 2 CV. Otra de las tendencias del coche, ésta no tan beneficiosa, es el clavar el morro en las curvas muy cerradas, y que aunque se acelere, vemos cómo el coche no reacciona debido a este clavado, quizás influido por la dureza de la barra estabilizadora; ahora este fenómeno no es corriente, pues sólo se produce al entrar en una curva muy cerrada y a gran velocidad. En suma, la estabilidad del vehículo es otro de los puntos, más que favorables, del modelo.

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TRANSMISIÓN

En orden de utilización, y si bien la caja de cambios es la misma que en el Dynam, en el C-8 la carrera de las marchas ha sido acortada, lo cual hace mucho más grata la tarea del cambio, el cual se halla situado en una posición más baja que en los anteriores modelos de Citroën, permitiendo una mayor rapidez en los cambios. Dado que en ciudad la marcha con la que más se trabaja sea con la 2ª, en las reducciones se nota la falta de una 1ª velocidad sincronizada, que en un principio creímos iba a adoptar el C-8. En las operaciones de los distintos cambios nos sorprendemos con un agradable tirón (aunque muy brusco en la 2ª velocidad) al pasar de una marcha a la superior y que es debido a que el motor gira demasiado revolucionado y al dejar el embrague rápidamente da el salto característico, que se puede disminuir, aunque no anular, dosificando el juego con el embrague.

SUSPENSIÓN

Si una nota especial merece el C-8 es su suspensión; ésta absorbe todo: baches, hoyos, mal piso, carreteras desempedradas, etc., sin que los pasajeros se den verdadera cuenta de las condiciones a que está siendo sometido el vehículo; los que estamos acostumbrados a comernos el techo en un bache "seco" en la carretera, en el C-8 se nota como el coche se hunde para resurgir inmediatamente, levantándose bastante, para continuar luego sin que este fenómeno de cabeceo siga repitiéndose. Los cuatro amortiguadores (Lip-Alliquant) se ven apoyados esta vez por una barra estabilizadora delantera que suprime el cabeceo de los anteriores modelos. La suspensión del C-8será desde luego más apreciada en un medio rural que en la ciudad, aunque las calles de nuestras principales urbes no es precisamente que sean autopistas alemanas.

DIRECCIÓN

La dirección es dura, bastante dura y la orientación casi de tipo camión, aunque se haya situado en un plano más perpendicular que en precedentes modelos, no deja de ser un poco incómodo para la conducción al citroënista debutante. Las ruedas obedecen bien a la demanda del volante direccional y la misma dureza de la dirección hace que ésta ayude al conductor en carretera abierta a no tener que estar muy atento a las mínimas irregularidades del terreno, pues el coche sigue la línea trazada con anterioridad. En ciudad el coche aparca bien aunque a base de músculo. Teniendo la dirección poca dureza en el muelle compensador, que es el que tiende a poner las ruedas del coche en posición de marcha adelante (o sea rectos), lo cual obliga en las curvas a revolver el volante, operación que otros coches la desarrollan solos. Por debajo, la caña del volante se prolonga casi verticalmente entre los pedales del freno y embrague, lo cual causa una sensación un tanto rara de tener el pie izquierdo encajonado.

FRENOS

Una de las mejoras más notables consiste en la adopción de los frenos de disco delanteros; éstos van situados, como en casi todos los Citroën, a la salida del diferencial. En carretera y a gran velocidad actúan inmediatamente a la menor solicitud del pedal, que por cierto tiene un recorrido casi nulo y que a partir de los 2 cm. de recorrido de frenada es durísimo, y puede dar la impresión de que el coche no frena más, pero es tan sólo una falsa sensación, puesto que en esos 2 cm. el freno ha actuado ya al máximo. En ciudad y dado la gran rueda que lleva, el coche tarda en frenar, pero justo los últimos metros. 0 sea, a 50 Km/hora, frena bien y fuerte hasta casi 2 metros, pero no conviene apurar mucho en un disco con vehículos delante, pues el último metro tarda en frenar, pues al ir despacio la rueda da pocas vueltas y sobre todo los frenos delanteros (a la salida del diferencial) "tardan" en transmitir su presión a las ruedas.

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CONSUMO

Sí, claro, como todos los Citroën, consumirá poco; pues sí, el C-8 es un coche barato en gasolina, si bien recomendamos que se use la de 96 octanos, pues su pequeño aunque afinado motor, precisa de una gasolina rica. En las cifras de consumo influye decisivamente el hecho de que el motor trabaje con uno o con los dos cuerpos del carburador abiertos. En ciudad y en una utilización normal, la cifra de 8,2 litros es la que hemos podido observar. En carretera, las cosas cambian muy favorablemente: 6,5 litros a los 100 Km/hora, que a veces se elevan a 7 y 7,2 litros si el conductor mantiene un elevado ritmo o la ruta se hace sinuosa y con fuertes repechos. En suma, un coche más que económico en lo que a consumo se refiere.

 

Fuente: VOLANTE Nº15.

 

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J
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